Seguramente que tú, como yo, conoces casos de ancianos, enfermos e impedidos que no pueden salir de su casa, o tienen que estar postrados en una cama o en un sofá, porque no pueden acceder a una silla de ruedas al no poder pagar los precios carísimos que cuestan. Por eso esta imagen clama aún más al cielo. Se trata de una silla de ruedas arrojada al contenedor de basura del Centro Materno-Infantil en el Parque de Invierno, en Oviedo. Es una lástima que una silla de estas características, que podrían haberla donado a organizaciones benéficas o a los servicios sociales (donde hay una enorme lista de personas en espera de sillas de ruedas), acabe en el vertedero. Ignoro quien es el responsable, pero alguien debería responder de algo así, porque causa dolor ver que esto ocurra, y más en un centro público de la Administración que todos pagamos y mantenemos con nuestro dinero.
Puede que la silla no esté en perfectas condiciones (aunque a simple vista realmente parece en un buen estado), pero aunque tenga algún desperfecto, siempre podría repararse y, seguramente, hay gente que estaría encantada de arreglarla si se la donasen. Pero ahí está, arrojada a la basura con todo el descaro, y sin que nadie se sonroje por ello. Es una lástima que habiendo tantos ancianos y enfermos con necesidad de sillas de ruedas y de otros enseres (en el contenedor hay más elementos, como sillitas), la Administración las esté tirando a la basura. ¿Es que no quieren ni molestarse siquiera en regalárselas a gente que lo está pasando tan mal, y que está tan necesitada? ¿Cómo pueden tener esa conciencia?