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Las placas de calles más inservibles del mundo


En el ímpetu de hacer de Oviedo el patio de su casa que tenía el anterior alcalde Gabino de Lorenzo, no solo adquirió unas farolas contraproducentes para el clima asturiano (que se oxidan solo con mirarlas y que llevan mas capas de carísima pintura encima para darles lustre que en los servicios municipales ya han perdido la cuenta) sino que le dio por adquirir costosísimas placas para las calles de estilo "vintage" (un diseño rococó que le encantaba a Gabino) que empezó a atornillar en las esquinas de las calles.

Esas placas no solo son pesadas (con el deterioro para las fachadas que ello implica) sino que son, además, muy difíciles de ver debido a su color negro y parduzco. Pero parece ser que al otrora alcalde de Oviedo le importa un pimiento los ciudadanos y darles servicio (que para eso fue elegido), y lo que más le importa era satisfacer sus gustos personales.




Las placas no pueden verse ni a dos metros de distancia, y aunque eso con los GPS, navegadores y sistemas de posicionamiento actuales no tiene mucho inconveniente, para las personas mayores, que sí son las que más necesitan ver las calles, sí representa un enorme problema.

Antes, sin ser la solución perfecta pero al menos cumplían su función, quizá muchos os acordéis de las placas de las calles, aquellas situadas en un pequeño poste metálico y con superficie reflectante, que se veían muy bien desde la distancia. Por desgracia desaparecieron de un plumazo en cuanto Gabino llevó su estética renacentista a todos los rincones de la ciudad.

Por cierto, entre los gastos superfluos con los que se encaprichó también estaban los relojes "vintage" a seis mil euros por pieza (pagados por los oventenses, claro) de los que quizá hablaremos otro día.